jueves, 5 de julio de 2007

Gracias amigo, por ser sacerdote

A menudo reflexiono en ello: “Rezar por los sacerdotes”. Comprendí que se parecen tanto a nosotros. Y a la vez, son tan diferentes.

Hace poco, fui a misa. Sentía una necesidad de ir a la Iglesia y saludar a Jesús, de participar de la Eucaristía. Me encontré con un sacerdote diferente. Celebraba la misa con una particular devoción. Me impresionó cuando elevó las especies consagradas y las miraba con tal cariño, con una ternura tan grande y profunda, que te llegaba al alma.

La misa continuó y nos sentimos transportados al Paraíso, en la presencia de Jesús. Cuando terminó, fui a la sacristía, y le dije emocionado: “Gracias... por ese amor y delicadezas con el buen Jesús, por su amor a Jesús Sacramentado”.

Me tomó de las manos agradecido. Sonrió y me dijo algo que nunca olvido: “Rece mucho por mí”. En ese momento pensé: “¿Cómo un hombre santo me pide que rece por él?”

A menudo reflexiono en ello: “Rezar por los sacerdotes”. Comprendí que se parecen tanto a nosotros. Y a la vez, son tan diferentes. Tienen algo de sagrado, un Cristo metido en sus almas, que nos ve a través de ellos y nos bendice y nos perdona.

Pienso también en su gran lucha espiritual. Son los más atacados y golpeados. Por los que no les comprenden. Por los que hablan mal de ellos. ¿Te has dado cuenta? Cargan con sus problemas y con los nuestros. Es justo que también lleven, en sus almas, nuestras oraciones y nuestro afecto.

Siempre he tenido un cariño muy particular por los sacerdotes, sin importar su carácter, su raza o su idioma. Me han dado los mejores consejos. Han estado presentes en los momentos más importantes de mi vida. Y he tenido la gracia de conocer y cultivado la amistad de algunos.

Qué bueno saber que aún hay almas que se atreven a vivir el Evangelio, a escuchar el llamado de Jesús.

Hay que ser valientes, decididos, y tener una confianza grande en la voluntad del Padre. Abandonarse en sus brazos. Esto es un sacerdote: un Cristo en la tierra.

Pidamos por ellos, para que Dios, en su bondad infinita, les preserve de todo mal y los haga crecer en santidad.

¿Eres sacerdote? "Gracias”. “Gracias, por tu entrega". "Gracias por tu amor a Jesús Sacramentado". “Por tu fidelidad”. “Por enseñarnos el camino”. “Dios te bendiga”.

http://www.periodismocatolico.com

1 comentarios:

Anónimo dijo...

claramente asi es, debemos hacernos amigos de los sacerdotes , que cuentan unicamente con la santisima trinidad y su comunidad porque la mayoria, sino todos, han dejado su familia por seguir a cristo jesus, y ahora su familia somos nosotros su comunidad.
dale un espacio en tu vida al sacerdote de tu parroquia y veras como tu comunudad, tu vida y la suya mejoran en el nombre cristo jesus, asi sea.

blanca rosario